miércoles, 8 de julio de 2009

paraiso de las colegialas

Me acerco a servirme una taza de café, ella estaba ya lavando el suyo, me pregunta “¿cómo amaneció ella?” Le digo “bien, se acaba de volver a dormir”, “¿estás seguro?”, “si respondí” Se acerca a mí que estaba sentado, se abre de piernas, se sienta en las mías y me dice: ¿qué se te ocurre que hagamos mientras ella duerme? mientras me besa las orejas. “¿Qué deseas?” Pregunto. Me dice, “¿te da esto alguna idea?”, me alcanza el bote de la mantequilla. Como un resorte mi verga se puso durísima que ella al instante se percató, vaya, parece que te emociona. Le bajo el pijama que tenía encima, la pongo boca abajo pegada en la mesa de la cocina, beso cada una de sus nalgas, “despacio amor, nunca lo he hecho” acaricié sus nalgas y con mi lengua busqué su ano, lo besé, acaricié y sentí su estremecimiento, me paré, acaricié sus nalgas, pasaba el pene por su rajita, solo escuchaba suspiros, ella pasó una mano para atrás para acariciar mis huevos, “esto es lo que quería, que me lo rompas amor”

Escuchar estas palabras me volvían loco, agarré el bote de mantequilla y le unté el culo, ella sonreía y decía, despacio amor, despacio, le puse suficiente mantequilla y ya entraba un dedo, dos, sin ni ningún problema, le gustaba que la penetrara con los dedos, le digo “¿ya amor?” “si bebé, métela”, “ábrete las nalgas”.

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