miércoles, 8 de julio de 2009

colegialas tetonas

Me fui más perdido por esa mujer que lo estaba cuando vine hace apenas una hora, pensaba mientas volvía a casa. Casi la fundes con la mirada, me decía, eso sí lo habrá notado. Tal vez piense que soy un vicioso cazador y que me porto así con más mujeres. La cabeza me daba vueltas, pero sentía algo agradable en mi interior tal vez el hecho de imaginar que ella podía estar pensando en mí aunque solo fuera como en un verde sin reparos. Tuve el teléfono varias veces en mi mano con su número seleccionado para llamarla, pero otra vez mi timidez me hizo colgar y volver a ese espacio oscuro entre el fracaso y la incertidumbre.

Llegaron las fiestas del pueblo y organizaron una exposición de fotos antiguas y algunas contemporáneas entre las que si incluían un par que yo había hecho hace unos años. Entré en la sala y allí estaba ella, de espaldas, con el pelo rubio recogido a un lado, una falda estrecha y una camisa negra. Estaba preciosa. Me acerqué por detrás. -Este es el antiguo mercado de abastos. -¿Lo recuerdas? , contestó sin volverse, -me encantan las fotos antiguas, comentó mientras giró la cabeza derramando sobre su hombro la mirada azul más hermosa que jamás había visto. - ¿Cómo sabías que era yo? - Llevo ese olor clavado en mis sentidos desde la otra tarde… No puedo quitarte de mi cabeza, esa mirada profunda que llega donde tú quieres llegar, esas manos ágiles y morenas, tu voz… -Pero no puede ser, volvió a mirar al frente, no puede ser, estoy casada y mi marido me quiere.

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