miércoles, 8 de julio de 2009

chochos de colegialas

Aquí está el cuarto de mi hija, dijo mientras abría una puerta. Conecta tú mismo el ordenador y si te hace falta algo nos avisas. Me senté en una pequeña silla y comencé a instalar los juegos. Veía mi cara reflejada en la pantalla y me decía: -Macho, te has lucido.

Al momento entró su marido en la habitación y se sentó a mi lado haciendo comentarios sobre el tiempo que pierden los críos con el ordenador, que no estudian, y que él no tenía ni la menor idea de lo que estaba haciendo. Yo lo miraba y asentía con la cabeza importándome un comino lo que opinara. Mi mente estaba en otro lado. Me encontraba en el escenario que tantas veces había imaginado para estar a solas con Ana. Tan cerca estaba de mi sueño que me parecía casi vivirlo, sólo me lo impedía el tipo que estaba a mi lado y que había dejado de hablar para tocarse los dedos de los pies mientras se quitaba y ponía unas chanclas de plástico.

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