miércoles, 8 de julio de 2009

colegialas colombianas

Entré, levanté mi brazo para llamar la atención de su marido, que iba con la niña de la mano un poco más adelante, y cuando me miró hice la señal de mi cambio de rumbo, él se encogió de hombros.

Por un momento no supe donde ir, como tampoco sabía si lo que había ocurrido aquella noche era para alegrarse o para dar por perdida la batalla, cosa que por otro lado no podía hacer, esta mujer se había instalado en mi interior de una forma especial, no podía, ni quería, quitármela de la cabeza, su solo recuerdo me llenaba la vida, era estupendo. La deseaba con tantas ganas, que el resto del mundo no me importaba. Sólo ella.

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